martes, 9 de febrero de 2010

La resistencia al cambio

La filosofía Kaizen Lean se asienta sobre la Mejora Continua, que presupone una predisposición al cambio y a la innovación. Sin embargo, la resistencia al cambio es algo natural y consustancial al ser humano. ¿Para qué cambiar si llevamos muchos años hacéndolo así, y funciona? Cambiar las rutinas, los hábitos, los paradigmas y, en definitiva, la mentalidad, no es tarea fácil. En las empresas hay tradicionalmente una serie de paradigmas fuertemente enraizados, una determinada manera de hacer las cosas y de pensar. Y estos paradigmas se pueden encontrar a todos los niveles: desde el tipo de decisiones estratégicas hasta la forma de realizar el mantenimiento de un medio o de reaccionar ante un problema de calidad. Esto es normal, es habitual, y no solo en una organización sino también en nuestra vida cotidiana.
Pero no puede haber mejora sin cambio. En el contexto global y extremadamente competitivo en el que nos encontramos, quedarse parado es retroceder. Ni siquiera haciendo las cosas como siempre vamos a mantenernos como siempre. El trabajo desarrollado hasta ahora y la experiencia adquirida es un activo fundamental, pero existe el peligro real de permanecer presos de esas ideas, conceptos y métodos que han funcionado bien en el pasado. Es fundamental inmteriorizar que el éxito en el pasado no garantiza el éxito en el futuro.
El proceso no es fácil, y es fundamental que se genere un clima de confianza, dando tiempo a las personas a comprender e interiorizar sus responsabilidades en el proceso de mejora. La dirección debe asumir riesgos liderando el proceso de transformación, reconociendo y alentando los éxitos y poniendo las bases para una organización que está en un proceso de continua mejora. De igual forma, se debe garantizar que la concepción y el diseño del Gemba (el lugar de trabajo) está en sintonía con la filosofía y las actividades de mejora continua. No solo hay que predicar la mejora continua: hay que poner los medios para que tenga lugar.